Salgo de la FNAC
con el libro entre las manos
y me siento en Callao
a dejar pasar el tiempo
que se escapa entre los dedos
de una vida de revuelo,
de prisas y de caos.
Melenas rubias al viento
y algunos turistas despistados,
una boca de metro vomita gente
y una gran pantalla brillante
los mantiene paralizados.
"Comprooro" de cuerpo de cartón
y cámaras con japoneses pegados
Un indigente pide "pa whisky",
otros, autógrafos tuyos desean
y una canción de fondo resuena
himno de manteros que corren
huyendo de policías fosforitos
que no hacen por alcanzarles.
Es Callao, una hora cualquiera
con el libro entre las manos
y me siento en Callao
a dejar pasar el tiempo
que se escapa entre los dedos
de una vida de revuelo,
de prisas y de caos.
Melenas rubias al viento
y algunos turistas despistados,
una boca de metro vomita gente
y una gran pantalla brillante
los mantiene paralizados.
"Comprooro" de cuerpo de cartón
y cámaras con japoneses pegados
Un indigente pide "pa whisky",
otros, autógrafos tuyos desean
y una canción de fondo resuena
himno de manteros que corren
huyendo de policías fosforitos
que no hacen por alcanzarles.
Es Callao, una hora cualquiera
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